ENHEDUANNA (2.286-2.251 a. C. Mesopotamia, Irak)

Su nombre significa “Ornamento del Cielo”, y es ampliamente considerada como la primera persona en la historia en crear obra literaria propia, prosa y poesía, y la primera en firmarla. De hecho, se piensa que fue la primera persona que escribió su propio nombre.

Años antes del nacimiento de Enheduanna, las mujeres sumerias disfrutaban de algunos derechos similares al de los hombres, trabajaban como comadronas, médicas, tejedoras…eran dueñas de su dote, y podían tener otras propiedades. Incluso los delitos que atentaban contra la mujer (violación), era castigados con dureza. No obstante, la mujer cobraba la mitad que el hombre por el mismo trabajo, y las compensaciones por ser víctimas de delito también eran menores. Tenían obligación de dar hijos al marido y, en caso contrario, podían ser repudiadas.

Enheduanna era la hija del rey Sargón I de Acad, que unificó la Mesopotamia central y meridional. Para Enheduanna, el hecho de ser princesa, suma sacerdotisa, y la máxima autoridad religiosa de la ciudad (Sumer), le proporcionó un estatus cuasi-divino, no extrapolable al resto de las mujeres de su época.

Enheduanna realizó además una descripción del cielo fruto de su observación. De hecho, su trabajo de alabanza a las deidades celestiales se reconoce por la astronomía moderna. Las descripciones estelares y los movimientos en el cielo suponen posiblemente las primeras observaciones científicas del cielo. En 2015 un cráter en Marte fue bautizado con su nombre.

Dada su extensa obra, no cabe duda de que debió de ser una mujer muy instruida.

HIPATIA DE ALEJANDRÍA (355-370 a 415-416 d. C. Alejandría, Egipto)

La mujer más famosa de aquella época y quizás de toda la humanidad, en cuanto a mujer científica se refiere, podemos decir que fue Hipatia de Alejandría. Fue la más grande matemática y astrónoma de la época. Tuvo la suerte de nacer en el lugar y momento adecuado: Alejandría fue fundada por Alejandro Magno en el año 332 a C. Allí tuvo lugar una eclosión de genio científico como no volvería a darse hasta el Renacimiento en la Europa del siglo XVI. Por otro lado, Ptolomeo I, general en jefe de Alejandro, fue el primer mandatario que financió la ciencia de forma oficial. Fundó una institución dedicada a las Musas, llamada por eso MUSEO, para el cultivo y la transmisión del conocimiento. En el museo había un jardín botánico, otro zoológico, un observatorio astronómico, etc. Fue una institución similar a nuestras universidades. La presencia de mujeres no era infrecuente entre los pedagogos. Hipatia fue la hija del último director del museo, ella se entregó en cuerpo y alma a la enseñanza y a guiar a sus alumnos (se cree que nunca fueron alumnas) a la búsqueda del conocimiento.

Hipatia cultivó muchos ámbitos del saber, todos menos la medicina. Matemática, astrónoma y filósofa, construyó un hidrómetro y un hidroscopio e inventó el aerómetro.

Víctima de conflictos entre paganos y cristianos, entre el poder religioso y el político, quiso cultivar el conocimiento, mientras que los cristianos que la mataron aspiraban a alcanzar su aspiración por medio de la fe. Y olvidaron el mandamiento: NO MATARÁS

MARQUESA DE CHATELET (1.706-1.749, París, Francia)

Tradujo al francés la obra de Newton Principia mathematica” muy aclamada y difundida, pero…a su autora se la borró de los anales de la historia por considerarse, por los historiadores, una proeza que no puedo haber hecho una mujer. Estuvo rodeada de un entorno excepcional y recibió una educación atípica para su época. Sus padres tenían un gran respeto por el conocimiento y rodearon a sus hijos de una atmósfera que hoy llamaríamos intelectual. Demostró poseer una capacidad inusual y una inteligencia privilegiada. A los diez años ya había leído a Cicerón y estudiado matemáticas y metafísica; a los doce hablaba inglés, italiano, español y alemán y traducía textos en latín y griego como los de Aristóteles y Virgilio. También aprendió a montar a caballo, esgrima, teatro, cantaba…Tuvo una relación con Voltarie, más que excelente, tanto profesional como personal. La marquesa descubrió lo que hoy conocemos como radiación infrarroja y la nombraron miembro de la Academia de las Ciencias de Bolonia. Pero, su último embarazo, fruto de su relación con Saint-Lambert, le pudo costar la vida, o, mejor dicho, su obsesión por terminar su traducción del libro de Newton, sacrificando su salud, fue lo que probablemente le costó la vida. Voltaire, queriendo elogiar a la marquesa, dijo que era un “gran hombre, nacido en el cuerpo de una mujer”, triste comentario que pone en evidencia lo que significaban las mujeres en aquella época, a pesar de destacar por encima de muchos hombres.

MARIE PAULZE-LAVOISIER (1.758-1.836, Montbrison, Francia)

Efectivamente, fue la mujer de Antoine de Lavoisier. Si Newton fue el padre de la nueva física, Antoine de Lavoiser lo fue de la química moderna y Marie P-Lavoisier fue la madre de la nueva química.

Su madre murió cuando ella tenía tres años y su padre decidió que creciese en un convento, algo que se convirtió de hecho en una puerta a un mundo culto e ilustrado, ya que era en estos sitios donde más fácil resultaba recibir una educación de calidad en aquella época. En ese entorno y gracias a sus capacidades, su formación fue sólida y completa: aprendió varios idiomas, entre ellos inglés y latín, además de formarse en pintura hasta convertirse en una dibujante y grabadora con talento. Todo esto le serviría después en sus trabajos científicos.

Su padre, buscando un pretendiente acorde a los gustos y personalidad de su hija, acordó finalmente casarla con Antoine Laurent Lavoisier, que solo tenía el doble de años (ella 14, él 28). A pesar de que seguía siendo una diferencia de edad notable, ambos se entendieron bien desde el principio, compartían intereses intelectuales y durante años su unión fue feliz y fructífera.

Ella se dio cuenta de que donde mejor podía encontrar a su marido era en su laboratorio, por lo que Marie comenzaría a trabajar con él, recibiendo y ampliando su educación formal en áreas científicas de la mano de renombrados químicos de la época. Por aquel entonces solo los nobles ricos podían dedicar su vida a la ciencia, por lo que A. de Lavoiser, estudió leyes para poder tener un empleo e ingresos, y dedicó su tiempo libre al estudio de la química. Marie fue fundamental en su vida y sus logros, su conocimiento en idiomas le permitió ser la traductora de todas las obras de su marido, así como de todas las cartas y conversaciones que tuvo con colegas de otros países. Es más, su habilidad para el dibujo les dio un valor añadido a las publicaciones de su marido. Tristemente, ella no firmó ninguna de las publicaciones de A. de Lavoiser, a pesar de que se ocupó de la publicación de toda su obra después de su muerte

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